Expertos internacionales reclaman autonomía de los centros e implicación de la comunidad educativa
Reforzar la formación y la autoridad moral del profesorado, además de coordinar los servicios de orientación son algunas de la conclusiones del Congreso sobre la convivencia en las aulas, que organizó el Instituto Superior de Formación del Profesorado en Madrid.
Alejandro Tiana se dirige a los parti- cipantes en el encuentro, en presencia de Antonio Moreno González, director del Instituto Superior de Formación del Profesorado, y de Peter Smith, del Goldsmiths College del Reino Unido. (Foto: Rafael Martínez)
Madrid. ROSAURA CALLEJAPara combatir la violencia en las aulas, los participantes apostaron por “un modelo global e integral de coordinación y convergencia de recursos, que permitan abordar las soluciones necesarias para una problemática multicasual”. Durante la celebración de este encuentro, se puso en evidencia que ni las medidas ocasionales, ni los modelos punitivos, ni el tratamiento puramente reglamentista de las soluciones conflictivas, sirven para corregir los problemas. De las conclusiones se desprende que las soluciones de carácter inclusivo, basadas en la restauración del daño con tareas al servicio de la comunidad y en una mediación para la reconstrucción de las relaciones personales, son las más eficaces.Los expertos coinciden en que los proyectos educativos deben establecer normas claras de convivencia, elaboradas con la intervención de todos los sectores de la comunidad educativa. Los centros deben disponer de una amplia autonomía de organización y funcionamiento y es necesario reforzar la relación entre el centro y las familias.
Función tutorial
En el acto de inauguración, Alejandro Tiana defendió un modelo de centro con un grado notable de autonomía, en el que la tutoría constituye un elemento fundamental de relación con alumnos y familias, que propicie la detección y prevención de conflictos de convivencia. Para el secretario general de Educación es importante la recuperación de la autoridad moral del profesor, que debe ejercer de árbitro en la mediación de conflictos. Este modelo se basa en proyectos educativos propios del centro, adaptados a las necesidades de los alumnos, las familias y al contexto sociocultural.De igual modo, Tiana analizó el valor formativo de la disciplina, entendida como la necesidad de exigir que todos los miembros de la comunidad educativa respeten las normas que han elaborado, para garantizar el respeto y la libertad de todos. Sin embargo, “una vez que aparece el conflicto en los centros, su resolución debe basarse en “restaurar el daño causado y en la reconstrucción de las relaciones personales afectadas”.En su opinión, “la convivencia, como la educación, es una construcción colectiva que, para que tenga éxito, debe basarse en un esfuerzo compartido por padres, alumnos, administraciones educativas, profesores, centros y el conjunto de la sociedad”.
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